La historia de las bodegas Briziarelli comienza en Umbría a principios del siglo XX, gracias al compromiso de Pio Briziarelli: empresario local, filántropo, hombre de grandes ambiciones, después de haber dado sus primeros pasos en los campos de arcilla elige explotar el potencial de generosa Umbría fundando su granja. Así nació la empresa agrícola Briziarelli, que hoy engloba diferentes actividades unidas por una misma filosofía empresarial que pone el objetivo de la calidad en el centro de cada iniciativa. Justo aquí, en el año 2000, las bodegas Briziarelli iniciaron un nuevo proyecto, en una finca de 50 hectáreas entre Bevagna y Montefalco. Inmersos en la preciada zona vitivinícola de la DOCG Sagrantino, una zona sinónimo de viticultura de calidad que en los últimos 40 años ha potenciado y revalorizado mucho su territorio.
El negocio creció rápidamente, hasta que fue necesaria una segunda plantación de viñedos solo unos años después, en 2006. En 2012 llegó la nueva bodega. Hoy la marca Briziarelli exporta sus productos por todo el mundo. Trabajando cada día con la misma pasión de siempre.
Brillante vino blanco de color amarillo pajizo brillante, se abre en nariz con elegantes y decididos recuerdos de fruta blanca madura, que van desde el melón blanco hasta el pomelo, en boca agradablemente afrutado, seco, agradablemente suave, excelente equilibrio gustativo olfativo.
Vino blanco de color amarillo pajizo intenso y brillante con reflejos dorados. En nariz ofrece un bouquet amplio y complejo con notas elegantes y persistentes de plátano y albaricoque, ligeros matices de frutas exóticas y flores amarillas. Sabor vivo y equilibrado con excelente potabilidad, dado por la relación entre mineralidad y estructura propia de la zona de producción. Final armonioso y fresco.
Vino tinto brillante, bastante transparente, brillante, reconocibles las notas típicas de Sangiovese, desde la violeta hasta las bayas silvestres, incluso en boca se puede sentir toda la frescura que esta uva puede expresar en su juventud. Su fuerza es su potabilidad.
Vino tinto de color rojo rubí brillante, se abre con notas de mora y guindas, para luego dar aromas más evolucionados de chocolate y hierbas aromáticas. Seco, suave, bastante tánico, con buen equilibrio y excelente potabilidad.
Vino de color rojo rubí intenso y brillante que se desvanece en la uña, decididos aromas de mora silvestre abren el examen olfativo, que se convierte en el final en notas especiadas y balsámicas.
En boca es suave, equilibrado por un tanino dulce y buen sabor.
Vino blanco de color amarillo pajizo brillante con reflejos verdosos. Abre con aromas varietales de pera, avellana, saúco y espino, que juegan más con la bebibilidad que con la complejidad.